Olivier Manitara, el Maestro esenio de nuestro tiempo, se instaló en Quebec en otoño de 2007. Hombre de gran sabiduría, pidió respetuosamente al alma de Quebec, su egregor, que se presentara ante él con el fin de pedirle asilo y permiso para venir a vivir y trabajar en Quebec. El alma del Arce se ha manifestado.
Este arce, que creció con nosotros y siempre ha estado presente, nos conoce y nos reconoce como hermanos de sangre, hermanos de savia. Nos está dando inedotos mensajes, palabras que nos, quebequenses, nunca imaginamos que oiríamos un día.
No hace falta decir que el Arce también habla a todos los quebequenses, sea cual sea su origen o tradición.
Qué encuentro fortuito, qué magnífico destino.
Abrirse a la sabiduría esenia es volver a las fuentes del cristianismo esotérico, pero también a las raíces de toda religión, de toda tradición, de toda cultura. De hecho, significa volver a los orígenes de la humanidad.
Los esenios son los guardianes de la Alianza viva del Padre y la Madre. Vinieron a Quebec para honrar a la Madre Tierra, y fue el Arce el que les acogió como portavoces de la Madre Divina.