Ángel del Desinterés

Rafael, salmo 131, versículo 24: Por «paciencia» no entiendo la contra-virtud que los hombres ignorantes llaman «paciencia» y que consiste en dejar pasar el tiempo, en esperar a que las cosas se hagan o no se hagan. La paciencia no es desinterés, abandono, aceptación pasiva de la muerte, abdicación. No, es una concentración inquebrantable en el objetivo a alcanzar, sabiendo que la realización concreta debe seguir a la realización sutil.

Miguel, salmo 32, versículo 5: Aprende a adaptarte a las circunstancias de la vida exterior, pero sé consciente y, ante todo, sé tú mismo, verdadero y fiel a tus ideas eternas, a tu alma, a tu vínculo con lo divino. Nunca abandones tus ideas eternas en beneficio del mundo material, porque tal renuncia a ti mismo no te ayudará, no te traerá la felicidad. Al contrario, te llevará al sufrimiento; te darás cuenta de que estás pasando por alto aquello para lo que has venido a la tierra.

Gabriel Salmo 206. versículo 34: Sepa que ninguna solución puede surgir de los gritos, la confusión y la disputa, porque cuando nadie se entiende, cada uno se mantiene en su posición. Solo la calma permite escuchar con atención, el desapego, la evidencia.

Miguel, salmo 221, versículo 12: Si el hombre no cuida estas virtudes angélicas, si no les da cuerpo, si no vive con ellas, inevitablemente se verá inspirado por las contra-virtudes, que lo conducirán al aspecto destructivo. Este aspecto es omnipresente y, si el hombre no tiene la inteligencia ni el saber hacer para equilibrarlo, despertará la energía del conflicto, el descontento, la ira. Entonces, el hombre mirará al mundo con ojos de lucha y estará dispuesto a llamar a todas las fuerzas de la destrucción para borrar lo que le impide ser feliz.

Gabriel Salmo 254. versículo 20: Sepan que quien pone toda su actividad al servicio del cuerpo mortal perderá su memoria tan pronto como el cuerpo desaparezca. Perderá su identidad, su actividad y ni siquiera sabrá quién era su familia. Todo se borrará porque lo habrá concentrado todo en la única existencia del cuerpo y de la vida mortal que le corresponde. Dado que solo los intereses del cuerpo habrán animado su vida, cuando el cuerpo ya no exista, toda esa vida anémica ya no tendrá ningún interés.